30/9/17

Identidad en La leyenda de Taita Osongo


Tapa de la segunda edición de
Fondo de Cultura Económica (México)
que la estrenara en castellano en 2006
Más de una vez he afirmado que La leyenda de Taita Osongo es una novela sobre la esclavitud. 

En realidad es una novela sobre la identidad. 

Para empezar, sobre la identidad cubana, que es una identidad mestiza forjada en el crisol sangriento del sistema esclavista. Para seguir, sobre la identidad de mi familia puesto que la historia de amor entre Alma y Leonel evoca -con todas las libertades indispensables a la ficción- la difícil relación entre mis abuelos paternos (mi abuelo blanco no asumió públicamente su relación con mi abuela, mestiza de africano y aborigen, ni dio su apellido a los dos hijos sados de aquella unión).


Y también es una novela sobre mi propia identidad, que se me reveló en la escritura y reescritura, a lo largo de 18 años (en Cuba, Brasil, Dinamarca, Francia y Argentina) que separaron el manuscrito original y su primera edición en libro.

La leyenda de Taita Osongo es también una afirmación de mi identidad literaria. 

Si se me reveló recientemente; al inspirarme en Wifredo Lam para realizar las ilustraciones de la nueva edición francesa (La légende de Taita Osongo. Editions Orphie. Saint-Denis de La Réunión, 2017), ya en la primera versión de la novela recurrí a las dos fuentes –europea y criolla- de mi formación literaria. 

De dos cuentos de Caballito blanco (1974), el clásico infantil de Onelio Jorge Cardoso, tomé los personajes de la serpenta y el murciélago...






... Mientras que del cuento popular ruso “El rey de los mares y Elena la Sabia” (Alionushka. Progreso. Moscú, 1980) la estructura del capítulo XVIII (que es el penúltimo de la novela, pero uno de los primeros que escribí).


 ilustraciones del cuento "El rey de los mares y Elena la Sabia”
en la versión que leí a principios de los años 1980


En aquella primera versión, que recibió en 1984 el premio Heredia en Santiago de Cuba con el título de “El amo y el mago o La leyenda del algarrobo y la orquídea”, el protagonista no se llamaba Taita Osongo. Fue en Nicolás Guillén que encontré no solo su nombre, sino el del país imaginario de África en el cual mi personaje es rey y brujo: Sóngoro Cosongo. A finales de los años 90, cuando yo procuraba dar mayor espesor al personaje y trascendencia al mensaje global de la novela, me di cuenta de que yo no habido partido de una recreación de las auténticas culturas afrocubanas (que verdaderamente descubrí viviendo en Santiago de Cuba entre 1981 y 1984, precisamente), sino desde una postura ideológico-estética que me pareció similar a la de Guillén cuando inventó sus “poemas-son”. Tomar la sonora expresión imaginada por el gran poeta mulato cubano para nombrar a mi héroe y su país, me permitió introducirme en la tradición de  Motivos de son (1930) y Sóngoro Cosongo y otros poemas (1931)… que, dicho sea de paso, tuvo más impacto que continuidad en la literatura cubana.  

Una tercera influencia literaria “a posteriori” es la de Lino Novás Calvo con su biografía novelada Pedro Blanco el negrero.  Tras leer mi recién premiado manuscrito, mi colega Excilia Saldaña me dijo, con su habitual superioridad, que la huella de Pedro Blanco era demasiado evidente. Solo que en 1984 ese gran escritor cubano –partido al exilio- había sido desaparecido del panorama literario y editorial de la Isla, y creo que ni el título de su esencial libro me era conocido. No vine a leerlo hasta el año pasado, en la muy defectuosa edición de Letras Cubanas (La Habana, 1997) que hallé en una polvorienta librería habanera. 

Que mi antagonista se llamara Severo Blanco no fue más que una manera de caracterizar al personaje desde su nombre (recurso que ya había utilizado en mi primer libro, publicado en 1983), pero lo cierto es que, mientras leía Pedro Blanco no dejaba de decirme, asombrado, que Novás Calvo escribió, con gran anticipación y genio inalcanzable, la biografía real de mi personaje. 




Editorial Capiro. Santa Clara (Cuba) 2010
Termino con las ilustraciones de la nueva edición francesa. Algunas las había creado para la primera edición cubana (Editorial Capiro. Santa Clara, 2010), pero la mayoría son de finales de 2016 y busqué deliberadamente la influencia de Wifredo Lam. 









Este pintor afrocubano, nacido el mismo año, en la misma ciudad y en el mismo ambiente étnico-social que mi abuela paterna, me ofrecía más que esos detalles biográficos: una referencia gráfica cuya dimensión no necesito exaltar y que me hacían sentir a mis personajes más auténticos. La tapa es un claro homenaje a “La Jungla”, obra maestra de Lam y sin dudas uno de los mayores logros de la plástica cubana de todos los tiempos. 

una de las ilustraciones estrenadas por la versión
Orphie, 2017
             
                      tapas de la segunda versión francesa: Editions Orphie. Saint-Denis, 2017

Wifredo Lam. "La Jungla" (1943). Museo de Arte Moderno, Nueva York 

30/8/17

"La leyenda de Taita Osongo" vuelve a Francia vestida de lujo

La leyenda de Taita Osongo, quizás mi mejor novela,
acaba de salir en su séptima versión (la segunda francesa)
 por la editorial Orphie



Impresa en excelente papel y en formato álbum (30 x 22 cm) este libro viste de lujo mis ilustraciones, algunas de las cuales ya habían aparecido en la versión cubana de 2009, pero que incluye varias nuevas. A esas y a la tapa las quise inspiradas por la pintura cubana que más me gusta: el famosísimo cuadro de Wifredo Lam "La Jungla" (MOMA, Nueva York).




La leyenda de Taita Osongo no se basa en leyenda o tradición oral alguna. Es una historia mitificada del mestizaje cubano y también un poco la historia de mi familia. Una historia de traficantes de esclavos y de gente que lucha por su libertad, contra el racismo, por el amor.


La primera versión (Ibis Rouge, Matoury, 2004) estaba agotada desde hace unos tres años y por eso me alegra tanto verla de nuevo en esa lengua en que se estrenó. Los lectores hispanos pueden leerla desde 2006, cuando la publicó el Fondo de Cultura Económica (seguida por dos ediciones para escuelas argentinas y dos ediciones cubanas, en 2009 y 2014). También fue publicada en portugués, en 2007, por Ediçoes SM do Brasil.

En 2009 el Banco del Libro de Venezuela incluyó La leyenda de Taita Osongo en su selección de las mejores novelas juveniles latinoamericanas. En 2016 la segunda edición cubana recibió el Premio La Rosa Blanca con que la Unión de Escritores de Cuba distingue los mejores libros infanto-juveniles de autor cubano. Pero lo cierto es que este libro "nació premiado" pues la versión original recibió en 1983 el premio Heredia de la Unión de Escritores en Santiago de Cuba. Sin embargo, no consideré el libro maduro hasta... ¡dieciocho años después!



Más, mucha más información en

La nueva versión frances de "La leyenda de Taita Osongo" en la principal tienda de la FNAC (centro comercial Les Halles, en el centro de París) está entre los libros que "encantaron al librero" (coup de coeur du libraire) en compañía de superventas como el "Diario de un pringao" y la serie "Harry Potter"... ¿puedo pedir más?

El librero en cuestión, al verme con la cámara me dijo: "Debió usted decirme que era el autor y yo le hubiera dicho (en fin, se lo digo ahora) que me gustó mucho el libro. De lo contrario no estaría ahí sino en un sitio menos visible.
 ILUSTRACIONES INTERIORES

Algunas de las ilustraciones interiores que aquí muestro las hice para la actual edición francesa,
otras ya aparecieron en la edición cubana de 2009 y solo les hice algunos retoques






17/7/17

Madrid: Feria del Libro y otros placeres


Estuve en España del 10 al 15 de junio con motivo de recibir, en la castellanísima ciudad de Soria, el Premio Avelino Hernández de Novela Juvenil… que me fuera anunciado, como auténtico regalo de Reyes, el 7 de enero pasado. La premiación estaba prevista a mediados de febrero, pero yo me encontraba en Cuba, participando en la Feria Internacional del Libro de La Habana y en las de Cienfuegos y Santa Clara, mi estancia se prolongó hasta mediados de abril. Finalmente acordamos aprovechar mi paso por la Feria del Libro de Madrid, ya en junio, y una vez comenzado el proceso de edición del libro premiado (por Premium Editorial, que lo imprime en julio) para realizar la entrega oficial.
40ºC al sol
(bueno, a la sombra solo 38'


Llegué a Madrid el sábado a mediodía y me fui directamente a la Feria del Libro. La gerente de la editorial Kalandraka, mi excelente amiga Belén Sáez, me indicó cómo llegar al hotel, estratégicamente situado a mitad de camino entre el Parque del Retiro (sede histórica de la septuagenaria feria) y el espacio Kalandraka (calle Santa María nº16, en pleno Barrio de las Letras) que invito a todos los amantes de los libros bellos e inteligentes a visitar.  Quienes han viajado a España saben que allá se almuerza tarde (ellos llaman a eso la “comida”, y a la de la noche –quizás porque también es tarde- cena). Con los calores que estaban haciendo (38ºC a la sombra) el cierre entre 3 y 5 de la tarde era más que oportuno y por eso, después de dejar mis cosas en el hotel y de una microsiesta de 30 minutos, para recuperarme de mi levantada a las cinco de la mañana, me fui a almorzar sin salir del barrio.

el famoso Barrio de las Letras
¿qué otra ciudad en el mundo tiene uno llamado así?

Volví a la feria pasadas las 6, cuando el solazo comenzaba a dar una tregua y el público era más numeroso (probablemente el más numeroso de toda la feria, pues era su penúltimo día).
Mal conseguí acercarme a los mostradores de las casetas donde, más que comprar, me interesaba observar la oferta de literatura infantil, a fin de orientarme un poco sobre los rumbos de la edición actual. No fue posible esto último, no tanto porque había demasiada gente (en algunas casetas, en definitiva, no), sino porque en realidad una feria popular como la de Madrid no te permite informarte sobre la identidad de una editorial o sobre la actualidad de su catálogo, como si ocurriría en una feria de negocios como Liber (que nunca he visitado), Frankfurt (que tampoco) o Bolonia (estuve en 2005 y me fue muy útil) o París (que he visitado muy frecuentmente) y Montreuil (la especializada en literatura infantil y juvenil de Francia). Lo que mostraban las casetas de las editoriales era sobre todo libros de fácil venta: mucho colorín, mucha serie, algún título clásico, y sobre todo sus best-sellers.
O sea, lo que menos me interesaba. Porque si bien es cierto que yo quería averiguar qué buscan hoy los editores peninsulares (Portugal, que también queda en la Ibérica, era el invitado de la feria; pero no conseguí ver muestra ordenada de su producción), no me interesa demasiado ver qué buscan en materia de libros facilongos, porque esos yo no sé escribirlos. Me interesaban, por ejemplo, los premios SM, Edelvives, Edebé y Anaya, y solo encontré un par de ellos (me fue mejor en una librería de Soria), y de los varios títulos que traía anotados (recomendaciones de revistas que no creo fueran muy viejas, no hallé ninguno (al día siguiente me dirían en la reputada  Casa del Libro, en la Gran Vía) que esos cuatro títulos están simplemente descatalogados (demasiado buenos, aparentemente, para seguir a la venta).

El domingo estuve firmando en la caseta de Kalandraka, de 11 a 3 de la tarde (hora en que ayudé a cerrar y nos fuimos a almorzar a la Cruz Blanca (un excelente restaurante sobre una de las calles que rodean el Parque Retiro por el norte). Firmé una veintena de ejemplares de “Gatito y las vacaciones” y “Gatito y la nieve” (el primer libro de la serie está actualmente agotado), lo que está muy bien teniendo en cuenta que no se trata de libros nuevos. Visité al editor de mi novela recién premiada, que prepara la publicación de "La Isla de las Alucinaciones" para presentarla en agosto en la Feria del Libro de Soria.

Premium Editorial solo lleva cinco años en el mercado y se ha venido especializando en narrativa de terror, ciencia-ficción y en premios sobre todo de Andalucía. Pero tienen ambiciosos programas en materia de literatura juvenil. A veces más vale ser cabeza de ratón que cola de león, y ellos consideran un honor tener en su catálogo autor con mi trayectoria de más de 30 libros editados en 12 países y en hasta 10 lenguas (cosa que no parece impresionar a nadie en Cuba… por aquello de que “nadie es profeta en su…”) y con 40 años de vida literaria pública.

En compañía de Jesús Moracho
editor de "La Isla de las Alucinaciones"
en la caseta de la editorial Premium

La feria me impresionó menos que en otras ocasiones. Aunque había muchos expositores y muchos libros, no logré ver editoriales que me interesaban (las que no pueden o no consideran útil pagarse una caseta aparte, se asocian a otra editorial o depositan libros en una de las numerosas librerías presentes en la feria (con la ventaja para el público de presentar un fondo más variado). Noté, como ya dije, un predominio de libros muy comerciales que volvían invisibles los de mejor calidad, premios incluidos. Los primeros estaban horizontales, en el mostrador y los otros, si acaso, de canto en los estantes del fondo, fuera del alcance de los visitantes.

Quiero creer que es por eso que -fuera de los que firmé en la caseta de Kalandraka- en la feria no vi más que uno de los seis o siete que me quedan en el mercado español. Resultó ser “Los cuentos del mago y el mago del cuento”, que data de 1995 y es el más antiguo de mis libros europeos. Es que Ediciones de la Torre no vende mucho, pero es muy fiel a su catálogo. No obstante, hace un par de años solo firmé un par de ejemplares en las dos horas que estuve con ellos, así que este año ni evocamos la posibilidad de sentarme a afrontar el público… que pasa.

curiosamente, fue mi primer libro español, Los cuentos del mago y el mago del cuento (Ediciones de la Torre, 1995)
fue el único de los míos que vi en la Feria, aparte de mis últimos títulos, editados por Kalandraka


La verdad es que organicé mal mi viaje. Solo caminando por la feria me dije que podía haber gestionado entrevistas con algunos de mis editores, aunque probablemente la fecha no era la más fácil para obtenerlas, y tampoco esperaba mucho de esos eventuales contactos pues no tengo nada que ofrecerles que ya no les haya enviado por correo electrónico. Para conseguir más publicaciones en España, parece que la única solución es aceptar las reglas de juego: ponerme a escribir con los temas y formas (ligeras) que se estilan, y resignarme a la idea de que cada libro solo vivirá unos pocos años. Es extraño porque los catálogos no renuncian a grandes valores del siglo pasado (me refiero al xx, claro) que no serían referencia de haber aparecido en las condiciones que el mercado editorial impone actualmente.

La Feria del libro de Madrid ha cumplido 76 años y se desarrolla en una de las más anchas alamedas del inmenso y bello Parque de Retiro, situado en el centro de Madrid, cerca de sitios os como la calle de Alcalá, la fuente de Cibeles, el Museo del Prado y la Estación de trenes de Atocha. Las editoriales, librerías y otras instituciones que exponen y venden, están instaladas en casetas alineadas a ambos lados de una ancha alameda sombreada por inmensos plátanos. Incluso cuando hay mucho público, algunos paseantes habituales pasan en patines, haciendo jogging o con un cochecito o un perro. Si no, los no lectores circulan por los amplios senderos que acompañan la alameda tras la hilera de casetas y de copudos árboles. La sombra que arrojan esos árboles es bienvenida cuando hace tanto calor como este año. Hubo momentos en la tarde en que la temperatura andaba cerca de los 40ºC. Mi hotel estaba a unos 15 minutos a pie. Eso no impidió que caminara mucho durante mis cuatro días madrileños. Como a veces no tuve tiempo, o ganas de comer, y debo haber sudado bastante, al regresar a París había perdido más de un kilogramo. 

en prixmarck, nuevo templo del consumo en la Gran Vía
El lunes aproveché para hacer algunas compras pues España es mucho más barata que Francia. También eran cosas que me hacían falta, como un pantalón para acompañar la chaqueta color antracita que me puse para recibir el premio, un par de zapatillas adecuadas al terrible calor que me estaba reventando los pies) y una camisa más fresca que las que había traído. Y por supuesto, algunos libros. Me sobró tiempo para visitar el Real Jardín Botánico, que está en un anexo del Parque del Retiro, allí donde se mudó de su emplazamiento original a orillas del Manzanares, por orden de Carlos III, en 1781. Tantas veces que he estado en Madrid y nunca había visitado este hermoso lugar y fascinante institución botánica. Aunque no me alcanzaron las dos horas para verlo todo y he de regresar, pude apreciar no pocas curiosidades, sobre todo en el invernadero rico en cactus, palmeras, helechos, orquídeas y otras plantas tropicales o exóticas. En realidad lo que me trajo fue una exposición de fotos de Cuba (1964 y 2015) del fotógrafo norteamericano Elliott Erwitt que un cartel anunciante puso a mi vista desde la primera vez que salí del Parque Retiro hacia mi hotel.

Soria







El martes, a las 8 de la mañana debía coger el autocar para Soria. Me levanté a las seis y a las 7:15 ya estaba en camino. Pero mi memoria me jugó una mala pasada y me bajé en la Plaza Colón, donde hace 15 años estaba la terminal de autobuses y no en su sitio actual. De los cuatro preguntados, dos eran extranjeros y los otros no tenían ni idea de dónde estaba la actual estación; hasta que yo mismo mencioné de Avenida de América y un amable señor me recomendó el ómnibus 27 (el mismo que yo había abandonado erróneamente unos minutos antes). El chófer prometió avisarme dónde bajar, pero si no estoy atento… Todavía tuve que coger allí el metro; era solo una estación, pero eso suponía un buen kilómetro y ya estaba atrasado. Mirando todo el tiempo la hora, en que los minutos corrían más rápido que yo por los interminables pasillos y escaleras que caracterizan el metro de Madrid, llegué a la estación de autobuses casi a la hora de partida del mío. Y no me iban a dejar subir sin el billete… que vendían en una taquilla con lenta cola. Compré el boleto en una máquina, pero igual cuando llegué al andén ya habían pasado sus buenos 10 minutos. Perdí dos horas y media sentado en el feo sótano de la estación. Al llamar a Soria me dijeron que no era grave. La prensa, por lo menos, no faltó a la cita y apenas entrar al ayuntamiento una docena reporteros comenzó a ametrallarme con sus flashes. Al entrar en la sala de actos encendieron cámaras y grabadoras y me hicieron las previsibles preguntas sobre el premio, mi obra, mi presencia en Soria… y sobre la situación en Cuba.

palacio de los Condes de Gómara, fabuloso edificio renacentista
quizás el más bello de Soria

Soria es una ciudad pequeña, de solo 35 mil habitantes.  La zona estaba poblada antes de la ocupación romana y desempeñó un rol importante en la conquista y unificación de España. Se encuentra a solo cinco kilómetros de Numancia, famosa ciudad celtíbera que se inmoló con tal de no caer en manos del invasor… por lo que inspiró a Fidel Castro en los días funestos en que lanzó el Período Especial, tras quedarse sin “campo socialista”. Se conservan solo unas piedras de la antiquísma aldea arévaca;  pero Soria es rica en iglesias, partes de edificios y fragmentos de murallas medievales, y posee un abundante y bello patrimonio de los siglos XVII-XVIII. Recorrí buena parte de la ciudad y algunos de sus monumentos. Fue en una librería situada en la plaza San Blas y El Rosel (Sic.) que completé la bibliografía que traje de esta primera estancia española desde 2015.  Hay allí huellas diversas de Antonio Machado y Gerardo Diego, que allí fueron profesores. Gustavo Adolfo Bécquer y Machado vivieron aventuras sentimentales que nutrieron varias de sus respectivas obras  y, en el último dejó incluso en un hermoso cementerio el cuerpo de su primera esposa. 

Antonio Machado está muy presente en Soria

El premio

De mi conversación con los miembros del jurado que pude conocer, saqué en claro que mi novela fue leída atentamente y que les causó excelente impresión, tanto por su trama y personajes como por su prosa que no tiene esos alardes poéticos o coloquiales que tanto gustan a mis compatriotas, pero sí fue definida como muy precisa y cuidada. No oculté a la prensa ni a los jurados que ese libro ya llevaba sus añitos esperando una oportunidad. Con toda sinceridad puedo afirmar que quienes se equivocaron fueron los que antes no premiaron y/o decidieron publicar “La Isla de las Alucinaciones”.



El premio Avelino Hernández de Novela Juvenil se convocó en 2016 por quinta vez, habiéndolo ganado en sus cuatro ediciones anteriores los escritores españoles Rafael Alcalde con “Cuatro en París” (2013), Juana Cortes con “Sonrisas” (2011), Kiko Reinoso con “Los buscadores de lluvia” (2009) y César Ibáñez con “La cueva de los 10 acertijos” (2008). Solo dos de los autores me resultaban conocido, pero todavía no he podido leer ninguno de los libros premiados pues la editorial Everest que tradicionalmente publicó los premios Ayelino Hernández desapareció a fines de 2015 (pese a sus 40 años de andadura y un excelente catálogo resultó una víctima más de la crisis económica y editorial española desatada en 2008 por la crisis financiera de las surprimes). En todo caso soy uno de los raros escritores latinoamericanos no residentes en España que ha recibido allí recientemente un premio de este rango… aunque curiosamente la que me precedió cuenta las aventuras de unos chicos españoles en París, la ciudad donde vivo.


En su nota de prensa, la entidad convocante precisa:

proyecto de tapa
la novela será presentada en agosto
en la feria del libro de Soria
El jurado, presidido por el escritor y ganador de la primera edición del certamen César Ibáñez París, e integrado por el también escritor Andrés Martín, el crítico literario y librero César Millán, la profesora y autora Susana Gómez Redondo, la periodista Sonia Almoguera y el concejal de Cultura en el Consistorio, Jesús Bárez, ha elegido la obra por su brillante apuesta por la aventura y la cotidianeidad en una historia que tiende puentes entre España y Cuba con constantes guiños a las variedades idiomáticas de ambos países. También destacó el jurado el amplio abanico de edades que abarca la novela. 

“La Isla de las Alucinaciones” narra la historia de una adolescente española y sus cinco amigos cubanos, que se ven envueltos en una aventuras en torno a una misteriosa isla, históricamente ligada al tráfico de braceros chinos con los que se intentó sustituir la mano de obra esclava en la segunda mitad del siglo xix. La trama, situada en la época actual, aborda la cuestión del tráfico de drogas entre el norte y el sur de América, y la corrupción de policías y militares.





De regreso a Madrid, me encontré con mi colega y amiga Paloma Sánchez Ibarzábal, con quien descubrí el Espacio Kalandraka, mangífico centro de exposición, venta y promoción del trabajo de esa editorial, quizás la más distinguida de cuantas en España se especializan en álbumes y libros ilustrados. 


con Belén Sáez en el Espacio Kalandraka

Con mi amiga y colega
Paloma Sánchez Ibarzábal en el Espacio Kalandraka



Al día siguiente, antes de correr al aeropuerto, pasé por Bodegas Rosell, un restaurante de tienda de bebidas y licores que mi herman Eunice me recomendó (no había abierto todavía, así que queda para el próximo viaje comer allí… y ver si realmente tienen algún vino que lleve mi apellido) 






... y seguí rumbo al Museo del Prado que, al organizar Madrid la Fiesta Mundial del Orgullo Gay este año, había compuesto un itinerario especial dentro su colección permanente titulada “La mirada del otro: Escenarios para la diferencia” con cuadros y esculturas que reflejaban la cuestión de la homosexualidad masculina o femenina o informaban sobre los problemas que sus protagonistas o creadores tuvieron en vida por sus inclinaciones sexuales. Fue el caso del emperador Adriano y su amante Antínoo, de los pintores Alejandro Da Vinci, Rafael, Cornelis van Haarlem, Caravaggio, Botticelli, Rubens, Rosa Bonheur y otros. Aproveché para ver de nuevo (colecciones de la importancia del Prado o el Louvre nunca se agotan) varios Goya, el Greco, Velázquez… y Fortuny (pintor  que tanto gustara a Martí) y otros de los muchos artistas plásticos anteriores al siglo XX que atesora el Prado.



Mi regreso a París fue otro stress. Las compañías de aviación discount (bajo precio permite  disimular el exacto sentido de barato) te mandan mucha información para que gastes más en detalles superfluos como reservación de asiento, facturación de equipaje adicional, checking anticipado, reserva de hotel y auto…  pero no se ocupan de darte información indispensable como la terminal del inmenso aeropuerto de Madrid de donde sale tu avión. Tuve además la mala idea de regresar al aeropuerto en un tren de cercanías (merece divulgación lo confuso de sus trayectos) y después de trabajosamente identificar mi terminal de salida tuve que circular por lo menos 15 minutos en el ómnibus interno que va de la terminal 4 a la 2 (ambas enormes), pero no en orden. Cuando llegué a mi puerta de embarque me dijeron que el avión estaba lleno y que mi maleta de mano tendría que ir en la panza del avión, como la otra que había despachado antes. Lo mismo me lo habían hecho en mi viaje a Cuba y en el viaje desde París: parece ser una nueva costumbre de las compañías de aviación, discount o no: calculan mal la capacidad para absorber equipaje en cabina (el otro te lo hacen pagar aparte, las discount) y luego te salen con que no hay lugar. Sí había lugar, así que hice bien en no dejar a la entrada del avión, para que la mandaran a la panza del aparato, mi maleta pequeña.



Al llegar a París tuve la impresión de haber pasado mucho más tiempo qu

e seis días incompletos en España. No solo por lo variado y agitado de mi viaje sino porque me esperaban tenía montones que cosas… todas urgentes, como de costumbre.

Joel Franz Rosell
París, 7/7/17



25/6/17

"La Isla de las Alucinaciones", premio de novela juvenil en España



El choque cultural, sobre la convivencia entre jóvenes urbanos y de una apartada zona rural, de Cuba y España, con referencias al pasado colonial de la Isla, al tráfico de drogas que tiene lugar entre el Sur y el Norte de América, a la corrupción de las autoridades... son los principales ingredientes (con la aventura, el amor, los celos) de "La Isla de las Alucinaciones", una de las raras novelas juveniles cubanas (y latinoamericanas) premiadas en España en los últimos años. El premio Avelino Hernández de novela juvenil 2016 fue otorgado por unanimidad a "La Isla de las Alucinaciones", actualmente en el mercado editorial gracias a la cuidada edición de Premium.Desde mi experiencia como autor cubano residente en Francia (después de haber vivido en Brasil, Dinamarca, Argentina...) he intentado aproximar la "exótica" realidad cubana a lectores de España y de Europa en general. Ya una experiencia similar emprendida en el año 2000 me permitió tan buena conexión con los chicos franceses que mi novela "Mi tesoro te espera en Cuba" (en fancés "Cuba destination trésor") fue recompensada con el premio de la Ville de Cherbourg y finalista del Prix des jeunes lecteurs... ambos integrados por jurados de chicos lectores muy exigentes. 

La Isla de las Alucinaciones recibió el premio de novela juvenil Avelino Hernández que patrocina el ayuntamiento de Soria. Proclamado en enero pasado, el galardón me fue formalmente entregado durante mi primera estancia en la ciudad de los poetas Bécquer, Machado y Gerardo Diego.


Palabras  de aceptación del V Premio Avelino Hernández de novela juvenil


Comenzaré con una cita obligada: “Seré breve…”






El 27 de octubre de 1492, cuando Cristóbal Colón desembarcó en Cuba ni remotamente se le ocurriría pensar que más de cinco siglos después un descendiente de los indios desnudos que amablemente le recibían ganaría un premio en Soria… tierra grata a la reina Isabel que tanto lo ayudara en su viaje de revelación (evitemos el polémico término de “descubrimiento”) de un “Nuevo Mundo” al  mundo viejo.

Por supuesto, no escribí “La Isla de las Alucinaciones” con una pluma de guacamayo como las que ornaban las cabezas  de mis remotos antepasados. Cuando presenté por primera vez una novela a premio  -hace 40 años- esos vistosos papagayos ya estaban más extinguidos que aquellos aborígenes de los que desciendo por línea paterna.


En 1977 yo no escribía siquiera con la estilográfica china que me habían regalado por mis quince años, pues perdía tinta; pero chinos hay muchos en mi novela premiada con el Avelino Hernández. También hay una pandilla de chicos como en aquella novela mía de hace cuatro décadas, que se titulaba “Aventura en el campamento vacacional” y compartía con “La Isla de las Alucinaciones” el escenario costero, el misterio y la cercanía siempre problemática entre Cuba y Estados Unidos.  

manuscrito presentado al premio UNEAC en 1977
... y la novela, de aquel derivada, que publicó Alfaguara en 2009
Aquel premio de la Unión de Escritores de Cuba al que me presenté en 1977 fue declarado desierto.  Pero Dora Alonso, escritora que presidía el jurado con su enorme prestigio, me dijo: “tu libro fue lo mejor que se presentó y tú sin dudas tienes madera de escritor; por eso puedo decirte francamente qué falla en tu libro”. 

Sus observaciones y consejos me fueron muy útiles y si no salvaron de momento aquella primer manuscrito, sí  contribuyeron la publicación de mi primer libro, El secreto del colmillo colgante, seis años después. No obstante, cuando salí de Cuba en 1989 seguía sin haber ganado un premio de la importancia del Avelino Hernández… y ya no podría ganarlo allí porque ningún emigrado cubano “es profeta en su tierra”.

las dos versiones del que fuera mi primer libro:
El secreto del colmillo colgante. La Habana. Gente Nueva, 1983
y la versión "definitiva"
El secreto del colmillo dorado. Hillmann. Bogotá, 2013
He publicado más de treinta libros en doce países y diez lenguas, e incluso algunos de mis libros han sido galardonados tras su publicación (en Francia, Alemania, Cuba y Venezuela). Pero ha debido ser en esta antigua ciudad de la Madre Patria que un jurado confíe totalmente en una de mis novelas inéditas. “La Isla de las Alucinaciones” cuenta el desentrañamiento del enigma cubano por una chica española, con formas más frecuentes en la narrativa hispana que en mi isla nativa: combinando aventura, historia y actualidad.

Ya he sido bastante breve y quiero agradecer al Ayuntamiento de Soria la excelente idea de crear un premio de novela juvenil que, al ser independiente de los planes y estrategias editoriales, se arriesga con un tema que “no se lleva”… aunque estoy seguro de que muchos jóvenes, y uno que otro adulto, se llevará en el corazón mi libro cuando lo publique (y será pronto) la editorial Premium… de aquella Andalucía que tanto sembró en los primeros tiempos de la Cuba española.

No puedo dejar de pensar en este momento en los autores que NO ganaron el Avelino Hernández en su quinta edición… y en los muchos escritores que pasan años mandando a premios que ganan otros. Entre los decepcionados (que son una abrumadora mayoría, pues solo puede ganar uno cada vez) siempre hay quien dice que los premios son una lotería. Es injusto porque, salvo condenables excepciones, los jurados trabajan con tanta seriedad como los autores que merecen –ganen o no– el galardón. Lo único de azar en un evento de este tipo es la coincidencia entre un jurado sensible a ciertos temas, formas o contexto y la obra que los posee, destacándola entre los demás manuscritos de calidad.

tapa y portadilla de la primera
novelita que terminé apenas cumplir
13 años
Y ahora sí voy a acabar de ser breve de una maldita vez:



Yo empecé a escribir en 1492… perdón, en 1967, siendo todavía un niño, cuando me faltaron las ediciones españolas que tanto me gustaba leer. Eran libros de autores peninsulares como Carmen Kurtz o Montserrat del Amo; pero sobre todo de autores ingleses, escandinavos o alemanes editados por Juventud, Molino, Noguer… que Cuba dejó de importar por razones ideológicas.

El caso es que demoré medio siglo en ganar este premio. Pero en el camino -que no ha sido largo y tortuoso, sino ancho y venturoso- he dejado una decenas de libros y muchas satisfacciones (también  una que otra frustración, ¿por qué ocultarlas puesto que ponen sal y pimienta a toda carrera literaria?). Ha sido un camino de crecimiento y de encuentros que me trae hoy, feliz, a Soria: tierra de poetas.

Perdonen que haya sido tan breve… ¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!

Joel Franz Rosell


En Soria, el 13 de junio de 2017


La Isla de las Alucinaciones
desde este verano en toda España
Editorial Premium
http://www.autorespremiados.com/

presentación oficial en la Feria del Libro de Soria
4 al 11 de agosto


FRAGMENTO

... todas las ventanas de la casa, excepto la de la cocina, estaban cerradas. Para abrir la puerta, la nieta más joven de Mamá Chong usó la llave; cosa sorprendente pues los chongolinos solo echaban el cerrojo cuando salían del caserío.
Adentro estaba oscuro, casi frío y olía fuerte. Cuando su vista se ajustó a la poca luz, los chicos descubrieron mazos de hierba, hojas y flores secas en los rincones o colgando del techo. Eran las plantas medicinales con las que Mamá Chong trataba los problemas de salud que los chongolinos preferían no someter a la “médica de la familia”, y que también servían, como decía la centenaria, “para purificar los años que viven escondidos en mi vieja casa”.
Otra de las nietas de Mamá Chong acompañó a los visitantes a una habitación donde había muebles cuyas formas y colores se borraban en la penumbra. Paloma tuvo la impresión de volver a la tienda de antigüedades que tanto gustaba a su tío Homero. Había unas estatuillas y un jarrón que brillaban poco a pesar de estar junto a una lámpara de aceite. A la mente de los chicos vinieron palabras exóticas como “jade”, “laca” y “marfil”.
–¿No les han enseñado a saludar? –preguntó una voz.
Los cinco se volvieron sobresaltados hacia lo que habían creído un armario y que en realidad era una especie de sillón. Allí se hallaba Mamá Chong. Era pequeña y delgada como una muñeca, y su piel estaba tan arrugada y oscurecida que parecía madera. Sin embargo, sus ojos brillaban. Y eso que la lámpara de aceite no la alcanzaba con su luz ambarina.
Comenzó por preguntarle a cada uno cómo se llamaba, cuáles eran los nombres y la profesión de sus padres, qué edad tenía y en qué curso estaba. Pero no parecían interesarle las respuestas y sus ojos vagaban por los rostros de los otros chicos. A continuación repetía las mismas preguntas al chico de al lado, sin mirarlo mientras le contestaba. A Maruchi, en lugar de interrogarla, le espetó:
–¡Tú, igual que siempre!
Todos se preguntaron, inquietos, si el asunto del repelente y la rivalidad con Paloma habían llegado a sus oídos. Pero la centenaria ya decía, como para sí misma:
–La Chongolina tiene un problema con los alacranes. Un problema antiguo…
Creyeron que Mamá Chong iba a hablar de lo ocurrido esa mañana. Pero tras un silencio, tan largo que pensaron que la centenaria se había dormido, su voz resurgió con una entonación completamente distinta, suave y al mismo tiempo cavernosa, como si brotase de un enorme jarrón de porcelana:
–Los primeros chinos que llegaron a esta comarca fueron víctimas de un filibustero; gallego por parte de padre, filipino por parte de madre y malvado por todas partes. ¡Pobres chinitos! Caer en manos de Jefe Escorpión fue lo peor que pudo ocurrirles. El maldito se enteró de que los ingleses se proponían abastecer con chinos el mercado de trabajadores del Caribe, y les ofreció su conocimiento del litoral cubano y del Mar de China Meridional, su habilidad para el comercio ilegal y su goleta Ocamba, enteramente tripulada por bribones.
Mamá Chong hizo una pausa. Su mirada se detuvo tanto tiempo en Paloma y Maruchi que todos tuvieron la impresión de que buscaba en ellas la inspiración para proseguir.
–Largo y penoso era el viaje. Había que atravesar el Océano Índico, contornear África y cruzar el Atlántico hasta los puertos de La Habana o Matanzas. Algunos morían, y los demás llegaban flacos y débiles. Para que soportaran aquellos meses de angustia, Jefe Escorpión ordenó distribuir opio entre los desgraciados chinos. Luego tuvo la idea de dejarles descansar en una isla desierta antes de llevarlos al mercado de braceros. Los chinitos podían bañarse en el mar, tomar sol, recuperarse del mareo y la mala comida de a bordo, y fumar más opio...
–No era tan malo el Escorpión ése –comentó Kilito.
–¡Era el peor de todos! –graznó Mamá Chong–. La salud de los chinitos no le importaba nada. Solo pretendía que lucieran bien para cobrar más dinero por ellos. Sus “buenos tratos” y el opio reducían la desconfianza de sus víctimas, que creían haber pasado lo peor y acababan firmando contratos de trabajo que los convertían prácticamente en esclavos. Gracias a sus trucos, Jefe Escorpión comenzó a obtener mayores ganancias que los demás traficantes. 
La nieta mayor de Mamá Chong entró con una bandeja y varias tazas humeantes. 
–Es la hora de su té, Mamá –dijo en voz baja.
Las tazas eran antiguas, de porcelana, todas diferentes. Alguna estaba un poco rota, pero resultaban un lujo comparadas con los jarritos de lata que usaban los chongolinos. Por el olor, los chicos comprendieron que su infusión no era la misma que llenaba la taza de la centenaria. Una taza grande y dorada, decorada con un dragón... ¿O era un escorpión?
Mamá Chong cerró los ojos y aspiró el vapor que salía de su taza. De los chicos, el único que apreciaba el té era Carbó. Jorge y Kilito intercambiaron una mueca y dejaron las tazas en el suelo. Pero la anciana, siempre con los ojos cerrados, ordenó:
–¡Beban!... Dejar enfriar el té es ingrato, tonto y hasta dañino.
Los cinco sintieron como la infusión corría por sus gargantas, sus estómagos… hasta llevar su calor a las plantas de sus pies y a la raíz de sus cabellos. Tuvieron la impresión de que la habitación se llenaba lentamente de una luz dorada y vaporosa que nada tenía que ver con la lámpara de aceite.
–Jefe Escorpión se convirtió en un hombre rico, poderoso, y compró la isla donde enmascaraba los sufrimientos de los chinitos. Allí, como en los tres barcos que llegó a poseer, sus menores deseos eran órdenes para los marineros, y leyes inviolables para la mercancía humana que le reportaba un cofre de oro por  viaje. Sin embargo, Jefe Escorpión no vivía mejor que cuando era un miserable filibustero. Él no se cubría de oro y terciopelo, como sus lugartenientes, y no comía faisán ni bebía coñac francés como ellos. A él lo que le gustaba era el poder, ejercer su autoridad sobre todos y sobre todo: fueran quienes fueran, fuese lo que fuese. Por eso, aunque ya había cumplido ochenta años, seguía capitaneando su goleta Ocamba, y mandando como un rey en su isla de opio y mentiras…

–La Isla de las Alucinaciones –musitó Carbó
                                                   
                                      (...)





EN LA PRENSA







Unprimera aventura  de los protagonistas de "La Isla de las Alucinaciones" se cuenta en Mi tesoro te espera en Cuba, publicada en España por Edelvives (2008) y estrenada en su versión francesa Cuba destination trésor (Hachette. París, 2000)

tres versiones de Mi tesoro te espera en Cuba: Hachette, 2000; Sudamericana, 2002 y Edelvives, 2008 


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